Si uno pudiera ser un piel roja,
siempre alerta,
cabalgando sobre un caballo veloz,
a través del viento,
constantemente sacudido sobre la tierra estremecida,
hasta arrojar las espuelas,
porque no hacen falta espuelas,
hasta arrojar las riendas,
porque no hacen falta riendas,
y apenas viera ante sí que el campo era una pradera rasa,
habrían desaparecido las crines y la cabeza del caballo.
El deseo de ser piel roja - Frank Kafka
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